miércoles, 28 de mayo de 2008

Extremusika 2008 (Jueves a. G.)

Desperté entre voces y alboroces con una ligera humedad en mi frente (da igual que haga frío o calor, en un saco de dormir y una tienda de campaña siempre me acompaña la sudoración). Desperté, como digo, entre sonidos de gente que parecía tener vida propia, evadiéndose valiente de la lluvia que esa misma noche nos obligó a escapar del exterior. Asomé la cabeza a través de una ligera rendija de la puerta (con los goterones que tenía la puerta, como para abrirla del todo y empaparme hasta el infinito) y vi lo que temíamos todos: precipitación del tipo acuoso, causada por una borrasca de baja presión y viento rumbo sureste (creo) que helaba las peloticas.

Mantuve mi pose de mero espectador al comprobar encantado que la ropa que la noche anterior había apilado (todo el mundo sabe que la apilación es el mejor método para que la ropa se seque, no hay duda) se mantenía húmeda y fría como a mi me gusta. "-Pues nada." -Me dije con tremenda resignación. "-Habrá que esperar a Goomy. O algo." En esos momentos (me paece) despertó Txarko en las mismas condiciones que un servidor, pero sufriendo un mal que acontece a todo hombre en algún momento de la vida. La necesidad de miccionar y la incapacidad de abandonar el hogar. Por suerte para los machos, aunque la necesidad de miccionar se da durante la mayor parte de nuestra vida (¡ay amigos ingenuos que no han oído hablar de los males de la próstata!) no siempre sucede que nos vemos impedidos por las circunstancias festivalescas de tal mal tiempo. Digo yo, vamos.

Resultó de alivio comprobar que todos los que estábamos y conocíamos seguían vivos (por los que murieron sin conocerme, y sin ánimo de ofender: Mejor vosotros que yo, pibes) al comprobar que Andrés, aquel desertor que, en vez de seguir esa noche a la manada en busca de la Tierra Poco Prometida pero Menos Comprometida, decidió quedarse en su tienda a practicar el método lavadora mediante las relaciones copulares. Yo lo habría hecho, de eso no cabe duda. El caso es que recibí su llamada, donde el susodicho deseaba conocer el paradero de los aventureros. Más que nada para arrimarse al árbol que mejor cobija, y si alguna fatalidad sobrevenía, contar con la fuerza del grupo. Qué instintivo y documentalóide me está quedando esto, ¿verdad?

Alfonso y Cristina asomaron sus cabezucas en busca de humanidad y, para mi envidia, salían al exterior con lo que parecía ropa seca. Txarko con el seso avivado y yo, que empezaba a sentirme ligeramente claustrofóbico, meditábamos en silencio (si se nos ocurría alguna buena idea para salir, ya la compartiríamos de ser necesario) alguna manera de acabar vestidos antes de que el resto de capitalinos llegase a nuestras coordenadas. Algo que, en ese momento, se tildaba de lejando. Porque piensen ustedes en esto. ¿Qué harían sabiendo que, allá a donde piensan dirigirse (pues obviamente aun no habían iniciado camino), estando a unos 400 kilómetros de distancia, diluvia como en los tiempos de Noé? ¿Quedarse en casita meditando el teorema de la termodinámica o sufrir el largo hastío de la primavera trompetera en forma acuosa y precipitada? Más adelante lo desvelaremos.

El caso es que al final la vejiga de nuestro amigo Txarkez, desesperada, tomó las riendas de su vida y decidió que, alguien habría en el campamento que tuviese ropa. Ni corto ni perezoso asomó su rapada cabeza, dando (dando de encontrar, no de colisionar) con Andrés, que en ese momento, y ayudado por el resto de seres conocidos y vestidos, montaba de nuevo su tienda a nuestra vera. Surgió así la oportunidad de solicitar unos pantalones de género varón (supongo que las ganas de mear te llevan a ignorar que lo que te cubre las vergüenzas es una falda o un saco de patatas, pero no había llegado a ese dilema moral) y unos calcetines que fuesen a juego. Desgraciadamente, los pantalones (más hippies y se habrían fumado nuestra hierba) no hacían juego con los calcetines, pero al no encontrar el gesto recriminador de Galiano, optó por conjuntarlos en el mismo espacio-tiempo.

No es que sea un chico vergonzoso, pero el frío reinante era capaz de convertir sus pezones en granos de arroz integral, así que Txarko se decantó por pedir una sudadera a un grupo de gente que se afanaba en montar una tienda de esas que deben de usar para explorar Marte y tal. Mientras ello acontecía, yo meditaba sobre la vida, la muerte, los espacios vacíos y el poder del tabaco en el organismo de las amebas. Todo esto sin dejar de pensar que yo también tenía la orina en la punta. Pero como buen acuario que soy, tengo una vejiga más educada y aguanté estoico hasta que fue posible realizar la micción en su justa apariencia.

Salió, como iba diciendo, el gran Txarko a esfintar su orina mientras yo proseguía mi observación del territorio en el que sondeábamos las existencias. Gente vestida por todas partes y con diversas ocupaciones llenaban mis límites visuales, mientras los mastienos se dedicaban a incrustar la tienda de Lucía y Andrés en nuestro espacio vital. Sonrientes y vestidos, muy vestidos. Para entonces, que había perdido tanta cordura que pensaba ser un personaje de "La Llamada de Cthulhu" me dedicaba a mascar mis efluvios salivares intentando hallar algún remedio al aburrimiento soberano que me atenazaba el hipotálamo.

Entonces, como idea nacida en la mente de Steven Hopkins, me dispuse a realizar el comentario más ingenioso de mi corta carrera como comentarista (carrera iniciada y terminada en ese mismo momento, aclaro). "-¿Porqué...?" -Comencé a entonar, buscando la manera de colar mi maquiavélica ocurrencia en la normalidad ISO 9001 que me rodeaba. "-¿Porqué no vais al Carrefour de Cáceres y nos comprais algo de ropica, bonicos?" El silencio se hizo por momentos a mi alrededor, mientras miradas cansadas y empapadas me contemplaban como si acabase de contar un chiste de Miguel Ángel Blanco en la AVT (Alien versus Terminator no, Asociación de Víctimas del Terrorismo). Al final, la bondad se hizo palabra y la frase que me devolvió la esperanza llegó a mis tímpanos: "Vale, íbamos a ir de todas maneras a comprar..."

Así que abonadas mis drogas y más dinero para ropa, Txarko y yo nos quedamos solicos, con las tiendas frente a frente, cada uno metido en su saco. No se si recordarán cuando, en los Simpsons, Homer y Mr. Burns se quedan atrapados bajo una avalancha dentro de una cabaña, y al final pierden tanto el juicio que terminan odiándose (invocando poderes políticos y demás). Pues esto fue igual, pero con aun más odio. Imaginad que, durante una hora, están metidos en un saco de campaña, con la única visión de otro gilipollas como ustedes, en su saco respectivo. Decir que el tiempo corría hacia atrás es decir poco. Pero bueno, curtidos como estábamos de esas minudencias, aguantamos el chaparrón (never said better) y, cuando por fin vimos llegar (después, eso sí, de varias llamadas en plan: "Es que los pantalones están de oferta pero tal, o es que las camisetas son pascual, o las sudaderas no tiene esto...") vimos llegar a nuestros salvadores con unas preciosas bolsas de Carrefour repletas de ropa seca, y con cuatro chaquetones estupendos (para ellos, eso sí) que les habían costado seis lerus. Y casualmente solo quedaban cuatro. Sus muertos.

Vestidos y con una alegría en el corazón que no nos cabía, salimos al exterior de nuestras tiendas contemplando con gozoso deleite como el sol brillaba a través de las inmensas nubes de oscuro tono y peor intención. Decidimos pues, montar las dos tiendas que nos restaban y aguardar la llegada de los madrileños, que habían confirmado su asistencia (éramos capaces de caparles si nos dejaban sin ropa). Montadas las tiendas (resumo este punto, que tampoco es plan de narrar la épica hazaña de clavar las piquetas) y fumados unos porretes, vimos que era la hora de empezar a ver conciertos, empezando por el primero de la jornada: Discordia, paisanos y amigos de Andrés. Ya veremos qué pasó...

Continuará...

2 comentarios:

Quikosas dijo...

¿a.G.? Chico tienes unas formas de dejarnos en vilo inhumanas. ¿¿Que es G??
El punto (el G no, el punto en plan genérico) es que tienes una forma de relatar inequívocamente tuya. Mis congratulaciones y tal...
Ea, a ver pa cuando la siguiente entrega :P

El fumador dijo...

a.G. deduzco que es "antes de Guzmán"...
Joe macho, tus crónicas son casi tan buenas (o incluso mejores) que el propio festival... xD